Ocultar el resplandor - Tao Te Ching
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El cielo dura eternamente, la tierra permanece.
Eternos y permanentes porque no viven para sí mismos.
Por eso son eternos y duraderos.
Es así que el hombre sabio,
al ponerse en el último lugar, es el primero.
No pensando en sí mismo, se mantiene.
No buscando su bien, lo realiza.
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Esas dos fueron estrofas de la obra Tao Te Ching, atribuida a Lao-Tse.
Es bueno aprender a ser como la hoja de una planta, por la cual se desliza una gota de rocío que, con el tiempo, perfora a la roca.
¡Adelante!