jueves, julio 21, 2005

Cada quien alcanza la verdad que es capaz de soportar



Así nos habla Friedrich Nieztsche.
Sucede que a veces creemos que sabemos todo sobre nosotros mismos. Suele pasar que cuando nos dicen algo sobre nosotros decimos "No, eso no es cierto" o "Yo no". Puede que el otro tenga razón, puede que no, el problema se presenta cuando no examinamos profundamente lo que dice el otro. "Cada quien alcanza la verdad que es capaz de soportar" viene a incluirse ahora en este discurso. A veces (sino siempre) lo que no sabemos de nosotros mismos es porque no lo queremos saber (no queremos soportarlo, hacernos cargo de eso). Es como cuando a un adicto (al alcohol, a la droga, al cigarrillo, a…) se le plantea algo en relación a su adicción, por ejemplo "Sos alcohólico, necesitás ayuda", la respuesta por lo general no se hará esperar: "yo no tengo problemas con la bebida, tomo cuando quiero, la controlo" o frases similares que ocultan la verdad del hecho (que es adicta al alcohol). Ahí se ve que la persona no quiere saber nada con su adicción, no soporta su verdad (sobre la cuestión de la Verdad hay mucho por profundizar, en otra ocasión lo abordaré).
Sucede también que a veces nos damos cuenta de que no queremos ver alguna verdad. En esos casos podemos hacernos cargo de ella (y hacer algo que tenga en cuenta a ese saber sobre esa verdad particular) o decidir (continuar) mintiéndonos. Introduzco en el discurso "continuar" entre paréntesis porque pienso que siempre supimos esa verdad, sólo que en un momento elegimos ignorarla (reprimirla); claro que al ignorarla lo único que hicimos fue patear la pelota para adelante, pero en una montaña nevada y hacia abajo, o sea la pelota se hará más grande y cuando nos volvamos a encontrar con ella traerá muchos más "problemas".
Difícil es establecer cuántas verdades (y qué cantidad de cada una) es uno capaz de soportar. A veces soportamos más, a veces menos. Estamos "sin brújula" en esa cuestión. No he visto yo una "brújula absoluta", una brújula que nos sirva para ver todas las verdades (que cuanto más agregadas -sumadas- están, dicha agregación se asemeja más a la Realidad). Lo único que he visto es lo que tengo, y que es esa capacidad de observar dentro de mí y ser reflexivo (introspección, mirar-se), y eso me sirve para tratar de relacionarme de una manera más madura con la verdad, claro que esto no siempre lo puedo hacer, pero eso es para hacerse otras preguntas...

Espero el retorno de ustedes ante esto...

Suerte,
Diego.

8 comentarios:

Marianna-Figuras dijo...

Muy bueno el articulo, no es fácil hacerse cargo de algunas verdades propias, el tema es que una vez que se te revelan no hay camino atrás, ya no hay bella indiferencia que ayude (o des-ayude en realidad) Siepre es mejor asumir las verdades.
un saludo
Marianna

Julius dijo...

Muy bueno el artículo, no obtener me quedé con tu frase: "Ser un desvergonzado sin ser un sinvergüenza."
Saludos.
Julio.

Unknown dijo...

Hola Diego, me gustaría saber la biografía que usaste, de algún seminario de Lacan? Esa frase la dijo nitche ? Gracias!!!

Julius dijo...

Coincido plenamente, he pasado como muchos por cada una de las etapas que comentás, y sí, Es eterno. La luz se enciende ilumina nuestra mente por un rato, se ve de pronto un pedazo mas del territorio y luego -al menos a mi- vuelve a aparecerme lo incierto de lo existencial. Pero esa verdad ha dejado una energía que permite con un poco de suerte llegar a otro hito, a otra verdad en donde quizás tendremos el valor ver.

Julio.

Deseo Filosófico dijo...

¿Queremos encontrar la verdad y luego soportarla?

Bien decía Friedrich Nietzsche que “cada quien alcanza la verdad que es capaz de soportar”. Cuanta verdad hay en eso. Es cierto que él no fue un gran científico, físico o matemático, pero fue, guste o no, un gran ontólogo. Para ser franco, estoy en contra de casi todas sus doctrinas, pero ante él me quito el sombrero, creo que es el mejor ejemplo de cómo se pueden decir cosas muy profundas manteniendo la belleza en el escrito —lo estético— y sin perder en ningún momento el rigor intelectual. En todo caso, vamos al grano. Pensando en ese aforismo, me puse a reflexionar un rato sobre nuestra sociedad salvadoreña y concluí con esto: como le queda a la medida esa camisa a nuestra gente.

La verdad objetiva, aquella que no se derrite ante el calor inconmensurable de los hechos categóricos, en el actual momento histórico, es la que menos importa. Pareciera que la tarea favorita de la mayoría de los salvadoreños consiste básicamente en una cosa: escudar dogmas infundados; y entre más absurdos y estúpidos son, con más ahínco y pasión desbordada son defendidos. La verdad, que dicen tener, yace despedazada y bien muerta desde hace mucho; los de la ANEP tienen un pedazo, los de la izquierda otro y los de Bukele se conforman con el resto. La verdad es, en este momento, como el cadáver de un animal disputado por toda suerte de aves de rapiña; aquella está disgregada en las fauces de todos estos buitres indignos, dignos sólo para ser llevados paredón de fusilamiento. Todos los políticos, por inicuos que sean, dicen tener la verdad, pero ¿es que la verdad que alcanza un partido es la exactitud total?

Algo que está profundamente arraigado en nuestra sociedad es la falta de amor por la verdad. En consecuencia, tenemos como pan de cada día mentira y más mentira. Existe además una desidia colectiva para objetivarla. Ir en dirección opuesta a la verdad es lo mejor que hemos sabido hacer durante tantos años, ya recorrimos lo suficiente. Y los resultados no se han hecho esperar. Un país donde la verdad sea puesta en el último lugar, y la mentira sea cargada en procesiones, como las del Domingo de Ramos, que no es espere recibir buenos resultados. Los políticos que tenemos son, por así decirlo, como el fruto de las peores simientes que hemos sembrado y que hoy cosechamos. No es de extrañar que sean nuestros enemigos, pues ellos son esos monstruos que hemos creado con la supuesta buena consciencia; son nuestras pesadillas: el ser de ellos, su buena vida, es la no vida de la clase proletaria.

No es de extrañar que una sociedad como la nuestra, gravemente enferma y desahuciada, esté tan inclinada a la práctica de cosas execrables y predispuesta a odiar, dañar y matar si es posible al otro, a su propio hermano. De una sociedad que tiene como fundamentos o bases para sostenerse emociones tan alejadas de la virtud como el odio, la venganza, la envidia y la mentira es pues necio e irracional esperar otra cosa de ella que no sea injusticia. Tenemos una sociedad necrófila, amante de la muerte y de todo lo nocivo. Por eso no me sorprende que tanta gente salvadoreña haya estado dispuesta a sacrificarse, como lo hicieron también en el pasado, a Moloch por unos cuantos pesos en esta pandemia.

Deseo Filosófico dijo...

Que Nayib Bukele sea un hombre multitudinario y ampliamente aceptado por un gran sector de nuestra población es algo que a mí no me asombra en absoluto. Cayó en buena tierra. Nuestra sociedad está siempre abierta a recibir y subsumir todo lo malo, lo nocivo, lo destructivo y, por lo mismo, la mentira. No se le puede mentir a un amante de la mentira. Lo que Bukele ha dicho es lo que la gente que ama la mentira quería oír, no hay misterios. Ya se cansaron de que los partidos tradicionales les engañen y mientan, hoy quieren escuchar mentiras más frescas, más “cool”. Que sus seguidores llamen panfleto al faro, parece un chiste de mal gusto, para ellos no lo es. Pero no sitúan en la misma categoría a la amplia red de medios de comunicación, que ni redactar saben en su mayoría, afines a la ideología hipócrita del gobierno, aquellos son verdaderos comunicadores, sí claro, pero el periodismo serio no. Es una burda inversión de la realidad, pero en este momento lo que impera es el desaforado apego por la mentira y por todos los productos que derivan de ésta. Cada sociedad alcanza la verdad que es capaz de sobrellevar, la nuestra ha hecho lo suyo. Una sociedad profundamente necrófila y afectuosa en exceso con la mentira no se merece algo mejor que Nayib Armando Bukele.

Anónimo dijo...

En que libro dice eso Nietzsche ?? Se lo atribuyen a Lacan

Anónimo dijo...

Comparto!
Dónde lo dice???